A
través del análisis de la imagen publicitaria se ha constatado como la
publicidad influye en la voluntad de compra de los individuos, creando
necesidades ficticias que en un primer momento no existían. La publicidad actúa
estafando a los consumidores prometiéndoles el cumplimiento de sus deseos una
vez adquieran los productos de la marca que se promociona. En este caso el
desodorante Lynx se compromete con el género masculino a incrementar sus
relaciones sexuales. Por otro lado, también se ha podido advertir como ésta
actúa negativamente en la sociedad, cosificando el cuerpo de las mujeres,
perpetuando los arquetipos femeninos, los roles tradicionales de género, la desigualdad
y el sexismo. Muchas jóvenes al visualizar estos anuncios y a las modelos que
los protagonizan sienten descontento con su cuerpo, llevándoles al rechazo y a
la pérdida de autoestima. La publicidad se erige así como creadora de
estereotipos, de esta manera las estrías, las varices, el acné o la celulitis
son defectos punibles mediáticamente. Por todo ello, las jóvenes que figuran en estas campañas publicitarias
entran en directa contradicción con la naturaleza humana.
Aitana Fernández González, PL1.
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